Nuevas amenazas comerciales acaban con la complacencia

Nuevas amenazas comerciales acaban con la complacencia
13/10/2025
Durante los últimos días, Pekín anunció nuevos controles a la exportación de tierras raras y materiales críticos, justificándolos por razones de seguridad nacional. Estos elementos son esenciales para la fabricación de semiconductores, baterías, turbinas eólicas y equipos de defensa, lo que convierte a China en un actor con enorme influencia sobre las cadenas industriales globales.
La respuesta de Washington fue inmediata. El presidente estadounidense Donald Trump amenazó con imponer un arancel adicional del 100% a la totalidad de las importaciones chinas, y anunció restricciones adicionales a la exportación de software y tecnología de inteligencia artificial hacia empresas chinas. Además, llegó a afirmar que no veía motivos para reunirse con el presidente Xi Jinping en la cumbre de la APEC, prevista en las próximas semanas.
El mensaje de Pekín no tardó en llegar. El Ministerio de Comercio chino calificó las medidas estadounidenses como “acciones unilaterales y coercitivas” e instó a Washington a “abandonar las amenazas y retomar el diálogo”. China insistió en que sus controles de exportación son “defensivos” y aseguró que las licencias necesarias para exportar tierras raras serán concedidas si cumplen las normas, intentando así tranquilizar a los mercados internacionales y evitar un colapso de las cadenas de suministro.
Sin embargo, más allá de las declaraciones, el deterioro en el clima político y económico entre las dos mayores economías del planeta es evidente. Y, como era previsible, los mercados lo han reflejado con rapidez: las bolsas globales registraron su peor semana desde abril, los inversores redujeron exposición a renta variable y buscaron refugio en los bonos soberanos y en el oro, que volvió a superar los 4.000 dólares por onza.
¿Qué está en juego realmente en esta crisis?
Más que un conflicto comercial clásico, estamos ante una pugna por la hegemonía tecnológica y económica mundial. Estados Unidos busca reducir su dependencia de China en sectores estratégicos, mientras que Pekín intenta preservar su posición de liderazgo en la industria manufacturera y en el control de las materias primas clave. En otras palabras, ya no se trata de comercio, sino de poder estructural. Y este cambio de naturaleza hace que las negociaciones sean más complejas y los riesgos, más duraderos.
A partir de este punto, podemos contemplar tres escenarios posibles, cada uno con una probabilidad y unas implicaciones distintas para los mercados.
Escenario uno: desescalada negociada. Probabilidad: 40%.
En este escenario, ambas potencias optan por rebajar el tono. China suaviza o aplaza la aplicación de algunos de sus controles sobre exportaciones estratégicas y reanuda ciertas compras agrícolas a Estados Unidos. A cambio, Trump podría posponer o modular los aranceles del 100% previstos para noviembre y anunciar una prórroga temporal de la tregua comercial.
Los mercados interpretarían este desenlace como una señal de distensión temporal, lo que provocaría una rápida recuperación en las bolsas. Las tecnológicas y los fabricantes de componentes industriales liderarían el rebote y los activos refugio corregirían parte de sus ganancias.
En términos macroeconómicos, la confianza empresarial mejoraría y la volatilidad disminuiría, favoreciendo el flujo de inversión hacia activos de riesgo. No sería la solución definitiva al conflicto, pero sí un respiro táctico que permitiría a los inversores centrarse de nuevo en los beneficios empresariales y en la macroeconomía.
Escenario dos: estancamiento tenso. Probabilidad: 40%
Aquí, ni Washington ni Pekín dan un paso atrás, pero mantienen abierta la vía diplomática. Las nuevas medidas se aplican parcialmente y se combinan con mensajes de disposición al diálogo.
En este contexto, los mercados asumen que la guerra comercial se convierte en una especie de “ruido de fondo” con periodos de calma intercalados con episodios de tensión.
Las bolsas se moverían en un rango lateral, con mayor dispersión entre sectores y regiones. Los inversores premiarían las compañías de calidad y los modelos de negocio de mayor visibilidad. Sin embargo, no desaparecería la tendencia alcista de fondo, ya que el impacto económico sería limitado: las cadenas de suministro seguirían adaptándose, los precios de los bienes intermedios aumentarían y las decisiones de inversión continuarían marcadas por la prudencia. En resumen, un escenario de crecimiento más lento pero sin recesión, en el que la Reserva Federal podría continuar con su política de recortes graduales de tipos para sostener la actividad.
Escenario tres: escalada abierta. Probabilidad: 20%
En este escenario, la situación se agrava y las negociaciones se rompen. Estados Unidos activa los aranceles del 100% sobre las importaciones chinas, mientras Pekín responde endureciendo aún más sus controles de exportación e incluso bloqueando parcialmente el acceso a sus minerales críticos.
Las consecuencias serían inmediatas: un repunte significativo de la inflación, debido al encarecimiento de las materias primas y un aumento de la aversión al riesgo a nivel global. Los inversores huirían hacia activos refugio, mientras las economías más dependientes del comercio exterior sufrirían con mayor intensidad.
En conjunto, consideramos que lo más probable es que la situación actual no degenere en un enfrentamiento abierto que haga descarrilar la tendencia alcista de la renta variable, aunque el riesgo de escalada no es despreciable, lo que implica que la complacencia esté completamente fuera de lugar.
Sin embargo, creemos que estamos ante una oportunidad de compra, no ante el inicio de un mercado bajista más prolongado: la economía global no muestra señales de desaceleración abrupta, la inflación se está moderando y los bancos centrales mantienen un sesgo acomodaticio. Además, la campaña de resultados empresariales que está a punto de comenzar podría sorprender positivamente, sobre todo en los sectores tecnológicos, industriales y financieros.
Por ello, nuestro mensaje sigue siendo constructivo, pero alejado de euforias.
Gracias por acompañarnos en este análisis. Nos escuchamos muy pronto, en el próximo episodio.