Las bolsas paran a descansar
Las bolsas paran a descansar
10/11/2025
La renta variable mundial ha vivido una semana de correcciones tras meses de ascensos casi ininterrumpidos. No se trata de un cambio de tendencia, sino de una pausa natural en un mercado que, después de un ciclo de fuertes ganancias, comienza a mostrar síntomas de agotamiento.
En Estados Unidos, el epicentro de la actividad bursátil, la atención se ha concentrado en el sector tecnológico, donde las valoraciones han alcanzado niveles muy exigentes. El entusiasmo por la inteligencia artificial, motor indiscutible del movimiento alcista de 2025, empieza a encontrar sus primeros límites. La corrección de algunos de los grandes nombres del sector, combinada con una mayor cautela de los inversores minoristas y con las advertencias públicas de algunos bancos de inversión sobre la posibilidad de una corrección bursátil, ha contribuido a enfriar el sentimiento del mercado.
Aun así, esta corrección no supone una crisis, sino más bien una fase de ajuste saludable. Tras siete meses de subidas casi ininterrumpidas, el mercado ha dejado atrás la sensación de que “todo sube” y se ha vuelto más selectivo. Los inversores comienzan a discriminar entre sectores, buscando empresas con fundamentos sólidos y valoraciones razonables. Mientras los sectores más especulativos cedían terreno, los valores defensivos y financieros ofrecieron un comportamiento más estable, actuando como amortiguador frente a la volatilidad.
Uno de los factores que ha amplificado los movimientos de la semana es el cierre prolongado del Gobierno federal estadounidense. La ausencia de datos oficiales ha creado un auténtico “apagón estadístico”, obligando a los operadores a interpretar indicadores privados menos relevantes. Cualquier señal de debilidad, como los despidos reportados por la consultora Challenger —más de ciento cincuenta mil en octubre, el mayor registro para ese mes desde 2003—, ha sido suficiente para desatar nerviosismo en los mercados.
La falta de información, sumada al bloqueo político en Washington, se ha convertido en un riesgo sistémico para la confianza de los inversores. Más allá de las consecuencias económicas directas, la paralización administrativa alimenta la percepción de inestabilidad institucional y afecta también al ánimo de los consumidores y de las empresas. Todo ello ha contribuido a que la volatilidad se haya mantenido esta semana por encima de los niveles medios del año.
En Europa, las bolsas no escaparon a la corrección global. El EuroStoxx 50 cayó un uno coma siete por ciento, arrastrado por la debilidad de Alemania y Francia. En cambio, España e Italia mostraron un tono algo más resistente. La temporada de resultados empresariales en el Viejo Continente está dejando un balance mixto: los beneficios superan las previsiones, pero los ingresos decepcionan y las perspectivas se ven afectadas por la fortaleza del euro y por la incertidumbre en torno a los aranceles estadounidenses. En España, el Ibex 35 consiguió mantener el tipo gracias al buen comportamiento del sector bancario y de algunos valores industriales, que compensaron el mal recibimiento del nuevo plan estratégico de Telefónica.
En conjunto, la renta variable global atraviesa una fase de consolidación. Los fundamentos siguen siendo sólidos, pero la combinación de sobrevaloración tecnológica, falta de referencias oficiales y temores sobre la salud del mercado laboral estadounidense, ha provocado una toma de beneficios. La cuestión ahora es si el mercado encontrará pronto nuevos catalizadores para reanudar el impulso alcista.
Entre ellos destaca la eventual reapertura del Gobierno estadounidense, que devolvería visibilidad y confianza al ciclo de datos. De hecho, tras el acuerdo alcanzado entre republicanos y demócratas en el Senado estadounidense, parece cuestión de pocos días que se resuelva favorablemente este factor de riesgo y ya estamos comenzando a ver los efectos positivos de ello sobre las cotizaciones bursátiles.
Otros catalizadores favorables podrían ser potenciales nuevas sorpresas positivas en resultados empresariales, con especial atención a la publicación de Nvidia a finales de mes, decisiva para el sentimiento hacia el sector tecnológico, junto con las posibles señales de fortaleza en la campaña de consumo navideño, que actuarían como termómetro de la resiliencia del gasto de los hogares. Cualquier indicio adicional de dinamismo en la economía estadounidense podría reactivar los flujos hacia renta variable y crédito, prolongando la fase expansiva de los mercados.
En definitiva, el análisis de los mercados sigue ofreciendo una lectura constructiva. La narrativa de Ricitos de Oro —ese equilibrio casi ideal entre crecimiento moderado, inflación contenida y políticas monetarias predecibles— se mantiene vigente y el escenario central continúa siendo el de una expansión sostenida de los precios de los activos de riesgo en la parte final de 2025.
A corto plazo, sin embargo, no puede descartarse un movimiento lateral en los principales índices, un proceso que, lejos de ser preocupante, puede considerarse saludable. Las fases de consolidación permiten reducir excesos en sectores sobrevalorados —especialmente en el tecnológico— y facilitan una recomposición más equilibrada del riesgo. Además, el buen estado de los balances empresariales y la ausencia de un deterioro macroeconómico significativo proporcionan un colchón sólido frente a posibles correcciones técnicas.