Hay quien se pregunta, al invertir, si existe una manera concreta de hacerlo y tener éxito. En la mayoría de los casos, la respuesta es: depende de si se ha elaborado una estrategia de inversión y si esta es la adecuada para el perfil que se tiene como inversor.
Y es que, elegir cómo, cuándo y dónde invertir el dinero no es algo que deba dejarse al azar.
¿Qué es una estrategia de inversión?
Una estrategia de inversión es un plan que elabora el inversor y en el que se dictan los criterios a seguir a la hora de elegir los productos en los que se va a invertir (en función de su perfil de riesgo) y la manera de hacerlo, con un objetivo: lograr la rentabilidad deseada.
¿Qué factores son los que, principalmente, se tienen en cuenta en una estrategia de inversión?
Son varios los factores que influyen, en mayor o menor medida, en la elección de una estrategia de inversión, destacando, en primer lugar, el mencionado ‘perfil de riesgo’ (o lo que es lo mismo, el riesgo que se está dispuesto a asumir al invertir), que puede ser:
- Conservador: son inversores que buscan asumir el menor riesgo posible, a sabiendas de que la rentabilidad que van a obtener también será reducida. Esta “predisposición” hace que la mayor parte de la posición se invierta en renta fija, si bien es cierto que también se puede, y se debe, tener posiciones en renta variable (de cara a crear carteras más diversificadas y en las que se pueda gestionar mejor el riesgo).
- Decidido: son inversores que, al contrario que los anteriores, desean obtener altas rentabilidades, aunque esto conlleve asumir un riesgo mayor. El producto que mejor se adapta a ellos son los fondos de renta variable, aunque se recomienda diversificar incorporando a la cartera alguno de renta fija que asegure la obtención de unos beneficios mínimos.
- Moderado: son inversores que están dispuestos a asumir un cierto nivel de riesgo a cambio de una rentabilidad potencial más atractiva a la de un perfil más conservador (siendo conscientes, además, de que su inversión puede sufrir fluctuaciones). Normalmente, su cartera se compone de un porcentaje de renta fija y otro de renta variable, siendo el momento de mercado el que dilucide si debe exponerse en uno u otro activo.
Y es que, cada activo financiero (renta fija, variable, mixta, etc) lleva aparejado un nivel diferente del que depende la rentabilidad a obtener.
Otros factores que se unen al anterior, para determinar la estrategia de inversión, son: las metas a corto y medio plazo, el horizonte temporal, el conocimiento y la experiencia, el tiempo disponible y, más a nivel general, la situación financiera (global y de los mercados).

¿Qué tipos de estrategias de inversión existen?
Existen diferentes estrategias de inversión, según el tipo de inversor del que se trate y la meta a conseguir, siendo las más comunes:
Estrategia de inversión: en valor
Se emplea el análisis fundamental para detectar los activos que, en ese momento, cotizan por debajo de su valor intrínseco (por diferentes motivos) y que se esperan que, a largo plazo, se reajusten y, con ello, beneficie la compra.
Estrategia de inversión: en tendencia
Se tiene en cuenta el hecho de que los mercados se mueven a partir de patrones cíclicos de crecimiento y reducción, aprovechándolos para beneficiarse de estos cambios de precios (atrayendo, en muchos casos, inversores a largo plazo).
Estrategia de inversión: en crecimiento
Se recomienda la adquisición de acciones, previa identificación, que tengan una proyección que supere el ritmo de compañías del mismo sector o mercado (por avances tecnológicos, reestructuraciones en la empresa, etc.).
Estrategia de inversión: activa
Se realiza un análisis exhaustivo en busca de los activos que estén dando unos mejores rendimientos para, una vez se encuentran, seleccionar los que, finalmente, conformarán la cartera de inversión.
Estrategia de inversión: pasiva
Se basa en la réplica del comportamiento de un índice de mercado (en base a los datos históricos que reflejan su manera de “conducta” en el tiempo y ante variaciones de la inflación).
Estrategia de inversión: por dividendos
Se invierte, en este caso, en activos de empresas que, habitualmente, suelen pagar unos dividendos regulares y crecientes, porque se entiende que son exitosas y competitivas (también en momentos en los que el mercado es bajista).