Fondos de inversión o depósitos, ¿qué opción es mejor para el ahorrador?

Descubre las diferencias entre estas dos opciones de ahorro.
Todas las entidades bancarias ofrecen productos diseñados para buscar maximizar la rentabilidad de los ahorros de sus clientes en función de sus necesidades y su tolerancia al riesgo. Los fondos de inversión y los depósitos pertenecen a esa categoría de productos financieros, aunque, más allá de su finalidad común de rentabilizar ahorros, son muy diferentes. Para poder determinar si los fondos de inversión o los depósitos son las opciones que mejor se adaptan a los intereses de un ahorrador, es esencial que éste comprenda primero en qué consiste cada uno de ellos. A continuación, te explicamos sus características principales y diferencias.

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Características de un fondo de inversión

Los fondos de inversión pertenecen a lo que se conoce como Instituciones de Inversión Colectiva (IIC). Son un producto financiero que permite a los inversores individuales disponer de una inversión diversificada y gestionada por profesionales. Los inversores o partícipes aportan una determinada cantidad al fondo o fondos de su elección, creando un patrimonio total colectivo. Para conocer el valor de cada una de las participaciones del fondo, este patrimonio se divide entre el número total de partícipes. El valor que se obtiene a partir de este cálculo es lo que se conoce como valor liquidativo, que se calcula a diario y permite determinar el valor real de la inversión realizada en cada momento.

Del mismo modo que un partícipe puede invertir o suscribir participaciones, también puede venderlas o reembolsarlas fácilmente para obtener liquidez. Aunque por regla general son productos muy líquidos en los que el rescate se efectúa en pocos días, siempre depende del tipo de fondo de inversión del que se trate. Normalmente, se clasifican de acuerdo con su política de inversión, es decir, en función de los activos en los que invierten, pero existen otros factores como la existencia de garantías. En estos casos, la liquidez suele estar más restringida.

Características de un depósito

Un depósito consiste en una cantidad de dinero que el cliente aporta al banco durante un periodo de tiempo y bajo unas condiciones establecidas. Generalmente, estas condiciones no solo garantizan la devolución de la cantidad prestada al vencimiento del plazo, sino que incluyen también unos intereses que proporcionan rentabilidad al cliente. En otras palabras, los depósitos funcionan como préstamos que los clientes hacen al banco a cambio de la rentabilidad acordada.

Los depósitos son un elemento clave para el funcionamiento de la banca tradicional. Aunque normalmente no se hable de estos productos como depósitos, las cuentas corrientes y las cuentas de ahorros son tipos de depósitos con menor rentabilidad en los que el cliente apenas tiene limitaciones para disponer de su dinero. No obstante, son los depósitos a plazo fijo los que suelen considerarse un producto de ahorro e inversión comparable a los fondos. Ofrecen una rentabilidad segura, que estará muy directamente ligada a la situación de los tipos de interés. Los intereses pueden cobrarse periódicamente o al vencimiento del plazo, aunque si el cliente quiere reclamar su dinero antes de finalizar el plazo, es posible que se le aplique determinada penalización sobre los intereses abonados, nunca sobre el principal.

Diferencias entre un fondo de inversión y un depósito

Las características de cada uno de estos productos financieros ya demuestran que existen ciertas diferencias entre ellos. Sin embargo, hay una serie de cuestiones que son clave para distinguirlos y valorar cuál se adapta más a cada perfil. 

Los depósitos ofrecen una rentabilidad segura y conocida con antelación. El cliente sabe, en el momento de suscribirlo, cuál va a ser la rentabilidad de la operación al vencimiento. Los fondos de inversión están sujetos a la evolución de los mercados y, salvo en el caso de fondos garantizados en los que se puede conocer una rentabilidad mínima, el resultado de la inversión solo se podrá valorar en el momento de deshacer posiciones.

El depósito está orientado a clientes conservadores con un enfoque de inversión, generalmente, de corto plazo. El fondo, sin embargo, recoge inversores de todo tipo de riesgo, desde conservadores a decididos. Desde inversores que buscan rentabilidad en el corto plazo a aquellos que invierten a largo plazo o sin plazo definido. Por tanto, el inversor en fondos tiene la capacidad de decidir qué nivel de riesgo asume y, por tanto, a qué niveles de rentabilidad aspira. La relación es bien conocida: buscar rentabilidades más elevadas implicará asumir riesgos mayores. La idea del riesgo está muy ligada a otra de las diferencias: las garantías. Los depósitos bancarios están protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) hasta 100.000 euros por titular y entidad. Esto quiere decir que, incluso si la entidad con la que se ha contratado el depósito resulta no ser solvente y no puede devolver al cliente su dinero, el FGD garantiza su devolución hasta esa cantidad.

Los fondos de inversión, por su parte, no cuentan con ese tipo de protección. Sin embargo, no quiere decir que no sean productos seguros. El fondo se encuentra fuera del balance del banco, depositado en una entidad independiente de la gestora y supervisado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Por último, los plazos y la liquidez de estos productos son también un factor diferenciador. Los fondos garantizados son más parecidos a los depósitos en este sentido, pues cuentan con una fecha de vencimiento en la que se hace efectiva la garantía. En todo caso, la mayoría de los fondos no tienen un plazo de vencimiento, lo que les permite ofrecer una gran liquidez. Los partícipes de un fondo de inversión pueden reembolsar su aportación en cualquier momento y en un plazo aproximado de dos o tres días. Realizarán el rescate, eso sí, al valor de mercado correspondiente.

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