Comprar acciones o invertir en un fondo

Comparamos las características de ambos activos.
Los inversores disponen de diversos métodos para rentabilizar su dinero. Existen productos de ahorro e inversión para todo tipo de perfiles, por lo que la elección no siempre es sencilla. Uno de los principales dilemas viene al decidir entre comprar acciones a título personal (lo que se conoce como inversión directa) o invertir en un fondo de inversión. Si ese es tu caso, a continuación te explicamos las diferencias entre ambas formas de inversión para que elijas la que mejor se adapta a tus necesidades.

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Inversión directa e indirecta

La principal diferencia entre la compra de acciones y la inversión en un fondo es que las primeras suponen una inversión directa, mientras que en el caso de los segundos las decisiones de inversión se dejan en manos de una entidad gestora. En el primer caso, el inversor puede adquirir directamente las acciones de su interés y decidir sobre la compra y la venta de las mismas, aunque también puede apoyarse en un asesor o entidad financiera para que le ayude a gestionar esa cartera de acciones. El funcionamiento de los fondos de inversión es distinto. En este caso, un particular contribuye al patrimonio colectivo del fondo, que es gestionado por un equipo profesional. El inversor puede decidir cuándo quiere suscribir (comprar) o reembolsar (vender), pero no tiene capacidad de decisión sobre la política de inversión del fondo.

Estas características hacen de la compra de acciones una transacción individual en la que el inversor puede tomar sus propias decisiones e intermediar directamente, o puede contar con un servicio de gestión de carteras. Por el contrario, los fondos son un instrumento de inversión colectiva que cuentan con el respaldo de las entidades gestora y depositaria y en el que las decisiones de inversión son en todo caso del equipo gestor, que se ajustará a la política de inversión del fondo.

Libertad a la hora de invertir

De lo anterior se deduce que comprar acciones ofrece una mayor libertad al inversor. Este puede decidir la cantidad a invertir, el momento en que invierte, la empresa o empresas a las que destina su inversión, etc. Se trata por tanto de una buena opción para usuarios con objetivos claros que conocen el mercado y están interesados en aprovechar una oportunidad concreta.

Esta libertad no existe para los partícipes de los fondos. Si no están de acuerdo con la política de inversión de la entidad gestora, únicamente pueden reembolsar sus participaciones o traspasarlas a otro fondo, pero no pueden influir de ningún modo en las decisiones de inversión.

Conocimiento y análisis financiero

Aunque la libertad a la hora de invertir puede parecer un aliciente, lo cierto es que también supone un reto para los inversores inexpertos. Si se quiere obtener beneficios con la compra de acciones, es recomendable contar con unos conocimientos mínimos de las finanzas y el funcionamiento de los mercados. La ausencia de una estrategia de inversión puede llevar a un inversor a sufrir grandes pérdidas, pues los mercados de renta variable experimentan volatilidades altas. Además, la gestión de una cartera de inversión requiere tiempo: es necesario estar al día de la evolución de las acciones, la correlación entre las empresas, los resultados de distintos mercados y muchos otros factores que son determinantes para obtener un buen rendimiento.

En este sentido, los fondos de inversión presentan una gran ventaja, ya que no requieren ningún conocimiento previo. Este producto de inversión es gestionado por un grupo de expertos, por lo que el partícipe no necesita estar pendiente de los mercados de valores. En cuanto a conocimientos financieros, tan solo es necesario comprender las características de los distintos fondos y conocer su valor liquidativo, un dato que se publica diariamente y que refleja el valor de las participaciones. El funcionamiento de los fondos es bastante sencillo y lo único que requiere por parte del partícipe es realizar un seguimiento periódico.

Nivel de riesgo y rentabilidad

Comprar acciones supone un riesgo alto para inversores sin experiencia. Aunque los intermediarios profesionales de los fondos de inversión no pueden garantizar que no se produzcan pérdidas, sí que cuentan con suficientes conocimientos y experiencia como para minimizar los riesgos. Además, las modalidades de algunos fondos garantizan la devolución de la inversión inicial una vez transcurrido el plazo establecido.

El riesgo va de la mano de otro factor esencial: la rentabilidad. Normalmente, una mayor rentabilidad implica riesgos más elevados, por lo que los fondos muchas veces resultan ser una opción más segura pero que ofrece beneficios potenciales más bajos. No obstante, la compra de acciones no se traduce automáticamente en una mayor rentabilidad si esta no va acompañada de una estrategia de inversión adecuada o si las condiciones del mercado no son favorables. En todo caso, existen fondos que invierten todo su patrimonio en acciones, por lo que quienes tengan un perfil decidido y aspiren a rentabilidades elevadas, también pueden encontrar su opción entre este tipo de productos.

Una importante ventaja de los fondos de inversión es la diversificación, una de las claves para reducir riesgos. Un fondo de renta variable puede contar con 40 o 50 acciones. Para lograr ese nivel de diversificación a través de la inversión directa, se debería incurrir en unos costes muy elevados y operar con cantidades altas. En un fondo de inversión se puede participar de esa gran diversificación a costes ajustados y desde importes muy reducidos.

Coste y fiscalidad

Los costes y características fiscales de cada producto también pueden afectar en gran medida a la rentabilidad final. El coste de operar en acciones dependerá del mercado en el que se intermedie, pero habrá que pagar comisiones por cada operación, sea de compra o de venta. Los fondos de inversión cuentan con una comisión anual de gestión y otra de depósito (ya descontadas en el valor liquidativo que se publica diariamente).

En cuanto a la tributación, los fondos de inversión ofrecen mayores ventajas fiscales, ya que, aunque ambos tributan como ganancias patrimoniales, en el caso de los fondos de inversión el traspaso entre ellos no tiene ningún tipo de impacto fiscal, solo tributando en el momento de la venta.

Agilidad en la gestión

La negociación de las acciones es más ágil, pues se negocian a tiempo real. Los fondos de inversión tardan un tiempo en liquidar (2-3 días) y el partícipe no conoce el valor liquidativo que le aplicarán en el momento de dar la orden. Existe una modalidad de fondos, llamados fondos cotizados o ETF, que son un híbrido entre acciones y fondos, y cotizan a tiempo real. Replican índices (bolsa, renta fija, divisas…).

En definitiva, la decisión de comprar acciones o participar en un fondo depende del perfil del interesado. Ambas opciones tienen ventajas e inconvenientes que el inversor ha de valorar antes de decantarse por un tipo de inversión u otro.

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