Nuevas amenazas comerciales acaban con la complacencia

Álvaro Manteca, responsable de Estrategia de Banca Privada de BBVA.
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20/10/2025

Más ruido que riesgo sistémico

Álvaro Manteca, responsable de Estrategia de Banca Privada de BBVA, nos trae el análisis económico de la semana.
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20/10/2025

Las últimas semanas han devuelto cierta tensión a los mercados financieros globales. La combinación de episodios puntuales en la banca regional estadounidense y el conflicto comercial entre Estados Unidos y China han reavivado la volatilidad. Sin embargo, nuestra lectura sigue siendo que este entorno refleja más ruido que riesgo sistémico.

La corrección reciente en los bancos regionales norteamericanos, a raíz de los casos de fraude en Zions y Western Alliance, ha despertado fantasmas de 2023. Pero las diferencias entre ambos contextos son sustanciales. Aquella crisis se gestó en un momento de subida abrupta de los tipos de interés, con pérdidas latentes en carteras de deuda y errores de gestión que expusieron vulnerabilidades estructurales. Hoy el entorno es radicalmente distinto: las rentabilidades soberanas se sitúan muy por debajo de sus máximos del año, la Reserva Federal ha reiniciado su ciclo de relajación monetaria y la economía estadounidense mantiene un tono de resiliencia sorprendente, incluso en medio de un prolongado cierre administrativo del Gobierno federal. Los episodios recientes son idiosincráticos y acotados; no reflejan una erosión general de la calidad crediticia ni un riesgo de contagio financiero.

Lo que sí se percibe es un deterioro en el sentimiento de mercado, alimentado por la acumulación de incertidumbres. La falta de datos macroeconómicos debido al cierre del Gobierno, la escalada en la disputa comercial entre Estados Unidos y China, las tensiones fiscales en Europa, las dudas sobre las valoraciones de las tecnológicas más expuestas a la inteligencia artificial y la fatiga derivada de un año de rentabilidades excepcionales, han aumentado la sensibilidad de los inversores a cualquier mala noticia. En un entorno donde las valoraciones ya eran exigentes, cada señal de debilidad se amplifica. Pero conviene recordar que los fundamentales de la economía global siguen siendo sólidos.

La inflación continúa moderándose, las condiciones financieras se han relajado de manera sustancial y el empleo en las principales economías permanece en niveles históricamente altos. Los bancos centrales, tanto la Reserva Federal como el BCE y el Banco de Inglaterra, han dejado claro que su prioridad es proteger el ciclo económico, aunque mantengan una vigilancia prudente sobre los precios. El mercado ha pasado a descontar un escenario de tipos más bajos y crecimiento estable, lo que debería servir de apoyo a los activos de riesgo en los próximos meses.

De cara al tramo final de 2025, mantenemos una visión constructiva sobre los mercados, aun reconociendo que el clima emocional se ha enfriado. La recuperación del apetito por el riesgo exigirá catalizadores claros, como señales de distensión comercial entre Washington y Pekín, una temporada de resultados empresariales con sorpresas positivas y la confirmación de que la inflación sigue convergiendo hacia los objetivos de los bancos centrales. La posibilidad de una tregua sinoamericana, que preserve los canales de comercio y reduzca la incertidumbre sobre los aranceles, sería un paso clave para restaurar la confianza. En paralelo, los resultados empresariales del tercer trimestre apuntan en la buena dirección: más del 80% de las compañías estadounidenses que ya han publicado baten las estimaciones de beneficios, y las europeas también han arrancado la campaña con fuerza.

El escenario de fondo sigue siendo favorable: crecimiento positivo, inflación contenida y políticas monetarias en fase de normalización expansiva. A ello se suma un poderoso motor estructural: el superciclo de inversión vinculado a la inteligencia artificial, que está generando una ola de gasto en infraestructura, semiconductores y automatización. Este proceso no está exento de excesos especulativos, pero su impacto real sobre la productividad y la innovación será profundo. En conjunto, configura un marco en el que los activos de riesgo mantienen potencial, siempre que se gestione adecuadamente la volatilidad.

Sin negar que existen todavía importantes riesgos políticos, económicos y comerciales, nuestra conclusión es clara: no vemos señales de un cambio de tendencia, sino una pausa saludable tras un ciclo de fuertes ganancias. La historia muestra que los últimos meses del año suelen ofrecer un contexto estacionalmente favorable para los activos de riesgo, y 2025 no debería ser la excepción. El entorno de tipos más bajos, el mantenimiento de los márgenes empresariales y la potencial normalización de las tensiones comerciales deberían actuar como soporte adicional.

Por ello, mantenemos una postura de optimismo prudente. Seguimos pensando que la corrección de las últimas semanas ofrece más oportunidades que amenazas. En definitiva, la volatilidad reciente no marca el final del ciclo, sino una fase de ajuste y consolidación antes de un nuevo tramo de crecimiento.