Tres pasos para hacer frente al cambio climático con la gestión de tus pagos

Pagar con el teléfono móvil, no solicitar recibos impresos o usar tarjetas bancarias de plástico reciclado, son tres buenas opciones para, desde la gestión de tus pagos, luchar por el cambio climático, al tratarse de soluciones que contribuyen a un ahorro energético, reduciendo la huella de carbono y ayudando con ello a proteger el planeta.
El calentamiento global y el cambio climático son las consecuencias de un modo de vida y producción no comprometido con el cuidado del medio ambiente ni orientado al desarrollo sostenible. Es por ello que el ahorro energético se ha transformado en una de las grandes herramientas para la preservación del planeta, ya que reduce la huella de carbono. ¿El objetivo? Contaminar menos y comenzar a vivir de forma más ecológica. También desde el punto de vista financiero, lo que se puede conseguir con una gestión de los pagos más respetuosa con el medio ambiente. Es la mejor manera de contribuir a este desafío global cada día.

¿Qué puedes hacer con la gestión de tus pagos para contribuir a un planeta más sostenible?

Tu operativa bancaria puede ayudar al cuidado del planeta. Existen múltiples acciones relativas a la gestión de tus pagos que apoyan este compromiso con la protección del medio ambiente. La banca móvil y online son un claro ejemplo de sostenibilidad al permitir un consumo más eficiente de los recursos y evitar el desplazamiento a una oficina para realizar ciertas operaciones. 

Comprobar el estado de las cuentas y productos bancarios, de las copias de los contratos, extractos de tarjeta o del registro de movimientos, pagar con el móvil cualquier compra o contactar con tu Equipo de Gestores ante una duda son parte de la operativa que se puede hacer desde esta banca móvil. Ya sea desde tu área de cliente de bbva.es o desde la app de BBVA, todo se encuentra online y a disposición del cliente, para que este lo consulte sin necesidad de recurrir a documentos físicos. También se ahorra papel cuando se reciben las notificaciones y recibos mediante canales telemáticos, como el correo electrónico, y no por correo postal. Pero es que, además, se reduce el consumo energético y la huella de carbono al evitar desplazamientos de mensajería.

Nuevas tarjetas ecológicas, fabricadas a partir de plásticos reciclados

El Banco de España ha estimado en alrededor de 84 millones la cantidad de tarjetas de crédito y débito que circulan por todo el país. La fabricación de un número tan elevado de tarjetas requiere de enormes cantidades de plástico. Consciente del problema que esto implica para el medio ambiente, BBVA se ha convertido en el primer banco de Europa que distribuye entre sus clientes tarjetas hechas con plásticos de procedencia reciclada.

En concreto, desde el día 11 de junio las nuevas tarjetas de prepago o crédito que renuevan o solicitan los clientes de la entidad menores de 30 años cuentan en su composición con un 86% de PVC (policloruro de vinilo) reutilizado. Este material se confecciona a través del reciclado de productos plásticos y posee el más alto grado de valor entre la industria. Procede de sectores muy diferentes entre sí: la automoción, el embalaje o la impresión.

La elección de policloruro de vinilo reutilizado para elaborar estas tarjetas ecológicas garantiza el aprovechamiento de plásticos ya usados, algo que contribuye a menguar la proliferación descontrolada de estos materiales tan perjudiciales para el entorno medioambiental. Se ha calculado que podría reducirse a la mitad el nivel actual de emisiones de dióxido de carbono (CO2) generado durante la fabricación de tarjetas de crédito y débito, por lo que ya se trabaja con el objetivo de implementar mejoras en el proceso de fabricación, para obtener tarjetas más verdes.

BBVA se ha comprometido a que, antes de que concluya el presente año, el material de estas tarjetas sostenibles tenga un origen 100% reciclado, incluyendo el ‘chip’. En total, serán más de 300.000 tarjetas ecológicas las que la entidad ponga en circulación durante los próximos meses. El banco ha optado por sus clientes menores de 30 años a la hora de poner en marcha esta ambiciosa iniciativa después de conocer, gracias a estudios internos, que el 93% de sus jóvenes clientes desearía que todas sus tarjetas fuesen sostenibles.

Cambio climático, un compromiso de toda la sociedad

El cambio climático es el mayor peligro medioambiental que combate la humanidad en estos momentos. Es el causante del crecimiento de la temperatura media a nivel mundial, así como de los niveles de los mares. Un problema ante el que 8 de cada 10 españoles (según datos recogidos por el Instituto Elcano) opina que no se hace lo suficiente. 

Un primer paso comprende la modificación del modelo de desarrollo, adquiriendo hábitos de vida ‘eco-friendly’. Porque, a diario, la contaminación produce impactos sociales y económicos como son los riesgos en la salud o el aumento de las sequías y los perjuicios en cosechas y cultivos, entre otros efectos nocivos. El ahorro energético ayuda a reducir la huella de carbono, que no es otra cosa que el rastro contaminante que deja la sociedad con su actividad cotidiana.

Ahorro energético: así reduces tu huella de carbono

La huella de carbono mide la cantidad de gases de efecto invernadero que originan los hábitos de consumo de las personas. Entre estos hábitos, y quizás uno de los más contaminantes, es el energético porque, a modo de ejemplo, empleamos grandes cantidades energía en los desplazamientos, al iluminar viviendas y edificios de oficinas o cuando se recurre a los sistemas de calefacción y aire acondicionado para regular la temperatura de un espacio cerrado. 

Por supuesto, muchos de estos usos de energía resultan por completo necesarios, pero otros en cambio no: dejar los electrodomésticos enchufados mientras no se utilizan, no desanclar de la corriente eléctrica el cargador del teléfono móvil cuando no está funcionando o tener luces y lámparas encendidas en habitaciones vacías son algunos ejemplos. El reto consiste en reducir el consumo a solo aquello que se precise. Y es que pequeñas alteraciones en los hábitos de consumo hacia patrones más sostenibles conllevan un importante descenso en el tamaño de la huella de carbono y un gran ahorro en la factura de cada mes.

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