Albert Espinosa

Escritor

“La felicidad es dormir sin miedo y despertar sin angustia”

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“Tuve una enfermedad que tenía un 80% de mortalidad. Me dieron un 3% de posibilidades de vivir y, supongo que por eso, la gente me consulta”. Esto le hizo vivir “casi cuatro meses y medio en una burbuja de estas para que no me llegaran los virus y tengo un poco de experiencia” aunque, como bien alega también “nadie haya vivido nada parecido”. De todo aquello, guarda un gran recuerdo de su “madre hospitalaria” y de su “padre hospitalario. Este último tenía casi 82 años, era un tipo italiano genial”. Un día le dijo una frase que ya conocía de su madre: “cuando crees que conoces todas las respuestas, llega el universo y te cambia todas las preguntas”. ¿Podría estar pasando ahora? “Yo creo que sí, que estamos en uno de esos momentos donde se nos han cambiado todas las preguntas y nadie tiene nuevas respuestas. Y esos momentos, para mí, son de los más importantes de la vida, ya que tienes que volver a buscarte esas nuevas respuestas”. 

“Mi padre hospitalario también hablaba de una cosa muy bella, a mis 14 años. El caso era que tanto a mí como a otros dos chavales nos faltaba la pierna, el pulmón, etc., y siempre nos decía que cuando saliéramos del hospital, cada año teníamos que parar el mundo una vez”. Para él “parar el mundo era salir del mundo para mejorarte y para mejorarlo”. Siempre le decía que “era estar durante un tiempo fuera del mundo, con la conversación de una única persona, escuchando buena música, buenas películas, sintiendo que estás fuera de él y te estás mejorando”. ¿Lo mejor de este “parón? Le decía que “cuando vuelves, el universo te premia” ya que “los que movían el mundo eran los que lo paraban”. Tenía hasta un nombre para ellos: ““Él los llamaba intermezzos. Decía que era como que tu vida se agotaba, se paraba, y que tenías que aprovecharlos”. En su caso, nuestro invitado se tomaba “las gripes como intermezzo y, ahora, esto me lo tomo como un gran intermezzo en el que trata de “recordar mucho todas las enseñanzas que él me mostró”. 

Su padre hospitalario también le regaló una frase que, para él, es “fundamental: “vivir es aprender a perder lo que ganaste”. Esto le inspiró, desde la corta edad de 14 años, a realizar “una lista con todo lo que tenía en este mundo, a nivel emotivo, a nivel personal, todo lo que me importaba” para luego aplicar lo que su “mentor” le enseñó, es decir, “que con el paso de los años lo tacharía”. En los primeros años, con 15 y 16: “no tachaba nada”, pero luego tuvo que tachar “la pierna, el pulmón, el hígado, etc”. Una etapa que, si la compara con la actual, encuentra cierta similitudes al respecto: “últimamente creo que mucha gente está teniendo que tachar muchas cosas importantes, pero eso es vivir”. De hecho, su padre hospitalario también le hablaba y le comentaba “que los días grises en realidad eran días claros fuera de contexto, y ahora estamos viviendo muchos días grises. Le enseñó a ver “que no perdí una pierna, sino que gané un muñón”. También que “no perdí un pulmón, sino que aprendí que con la mitad de lo que tenemos en esta vida podemos vivir” o que “como el hígado me lo quitaron casi con una forma de estrella, significaba que llevaba un sheriff dentro, con lo que yo pensaba que era la ley”. En resumen, le mostró que “las pérdidas fueron ganancias”. 

“Últimamente creo que mucha gente está teniendo que tachar muchas cosas importantes, pero eso es vivir”

Son muchos los ejemplos que puede ponernos. Nos muestra uno: “hace poco me llamó un amigo mío, tuvimos cáncer juntos, ese osteosarcoma que nos arrebató cosas y nos dio otras. Él tiene la teoría de que los que lo hemos sufrido, como solo tenemos un pulmón, a nosotros el coronavirus no nos afectaría, que no nos atacaría. Yo le pregunté “¿Quieres decir que como sufrimos una enfermedad casi mortal en la niñez ahora nos libramos de esta? Él me respondía: “Las pérdidas son ganancias”. 

Este sentido del humor nace de “que si aprendes a morir, aprendes a vivir”. En su caso “aprendí a morir cuando tenía 15 años, con un tres por ciento, a mí nunca me ha dado miedo la muerte”. Para él, y en base a su experiencia, “los miedos son dudas no resueltas”, es decir, “si tienes un miedo es porque alguien no te ha resuelto una duda”. Para solventar esto, y desde que tiene 14 años “tengo una libreta donde apunto todos mis miedos, todas mis dudas por así decirlo. Y de esas dudas busco la persona que me las pueda resolver”. También hoy tiene “muchas dudas por el coronavirus y, con ellas, llamo a mucha gente e intento que me las resuelvan”.

Hay una bella frase que dice que “la felicidad es dormir sin miedo y despertar sin angustia”, la cual puede aplicarse a los tiempos actuales. Hoy hay mucha gente “que no puede hacerlo”, personas que “se van a dormir con miedo, pensando cómo serán mañana las cifras o, si tienen a alguien enfermo, si realmente se encuentra mal, lo que les hace despertarse con angustia”. Por otro lado, hay quien “se va a dormir y piensa, cuando está solo en la habitación, que todo esto es una pesadilla, que no está pasando, que es su imaginación, que en realidad mirará Twitter, abrirá la ventana o llamará y le dirán que no hay ningún virus”. Esto último es algo que “yo aconsejo mucho” y que su padre hospitalario le invitaba también a potenciar “me decía: tienes que darle cuerda a esa imaginación. Tú déjala que vuele, que vuele, que vuele”. Y nuestro invitado “lo hacía. Me imaginaba, antes de abrir los ojos, que sí, que todo era mentira y me imaginaba mil cosas”.

“Mi padre hospitalario decía que cada generación pasa una pandemia, por un momento económico grave, por una crisis económica, o pasa una guerra”. Algo a lo que él, inicialmente, no hizo “mucho caso, aunque es cierto que llevamos dos de tres, nos falta la guerra”. Entre sus muchas obras, una viene a colación: “se llama Lo mejor de ir es volver. Su historia transcurre “en Barcelona en el 2073, dentro de bastantes años”. En honor a su padre, como bien nos cuenta, “hice que hubiera una pandemia, donde había un virus y la gente iba toda con esferas por la calle. Eran esferas de energía para conseguir que no llegaran los virus de otra persona, llevaban su música, estaban apartados, nadie compraba en tiendas físicas y además había una guerra que se llamaba “La Inesperada”, porque llegaba justo después de la pandemia y morían todos los perros por otra enfermedad, y además nadie comía carne, porque el virus vino de allí”. Una ficción en la que él ve “una parte muy bonita. De hecho, es mi libro favorito, porque no deja de ser una historia de perdón, de superar los miedos y de enfrentarte a ellos”. También tiene claro que “si volviese a escribir el libro, lo llamaría ‘Lo mejor es volver’, porque no tengo dudas de que volveremos, y lo haremos con mucha energía, radiantes y nuevos, pudiendo crear nuevas realidades”. Para él, “eso es parte de la magia que estamos viviendo en este intermezzo, en este parar el mundo: que volveremos diferentes y lo cambiaremos todo”. Aboga porque “nos reinventaremos”. Haremos buena la frase de su padre, que decía “lo que perdimos en el fuego renacerá en las cenizas”. 

Biografía

Albert Espinosa es escritor, guionista, actor y director de cine, y una voz esperanzadora incluso en tiempos de confinamiento e incertidumbre. Ha vendido más de tres millones de libros en 42 países, con títulos como ‘El mundo amarillo’, ‘Lo que te diré cuando te vuelva a ver’, ‘El mundo azul. Ama tu caos’, 'Si tú mes dices ven lo dejo todo… pero dime ven', o el más reciente ‘Lo mejor de ir es volver’. Con su película ‘Planta 4ª’, dirigida por Antonio Mercero, estuvo nominado al Premio Goya, y la serie televisiva ‘Pulseras rojas’, ganadora de dos premios Emmy, consiguió hacer viral su historia y la de sus compañeros de hospital más allá de nuestras fronteras, llegando a emocionar a Steven Spielberg, que se encargó de la versión estadounidense.