
El fin de la tregua comercial marcará el devenir de la semana
07/07/2025
Aunque los mercados han continuado desplegando su inercia alcista durante la última semana, sobre todo en Estados Unidos, gracias a factores como el acuerdo comercial con Vietnam, los buenos datos de empleo americanos de junio, la aprobación definitiva del proyecto fiscal de Trump y la percepción de que la Fed está deseando retomar el proceso de recorte de tipos, la amenaza latente del final de la tregua comercial sigue amenazando a los inversores.
En efecto, el resurgimiento del frente comercial coincide con el fin de la pausa arancelaria establecida tras el llamado “Día de la Liberación” en abril. En este nuevo entorno, Estados Unidos ha reanudado su ofensiva bilateral, con estrategias que apuntan menos a una liberalización simétrica y más a la obtención de concesiones unilaterales. El acuerdo con Vietnam es ilustrativo: se fijan aranceles del 20% para productos originarios del país y del 40% para bienes que llegan desde terceros países utilizando Vietnam como punto de paso. En contraste, los productos estadounidenses quedan exentos de cualquier arancel. Esta configuración rompe con la noción de reciprocidad y consolida el 10% como umbral mínimo, incluso cuando hay acuerdo.
A escasos días del vencimiento de la moratoria comercial, el presidente Trump ha confirmado que su administración comenzará a enviar cartas formales a sus socios notificando las nuevas tarifas que entrarán en vigor el 1 de agosto. Estas notificaciones contemplan aranceles que podrían oscilar entre el 10% y el 70%, superando incluso los niveles planteados originalmente en abril. Con este movimiento, Trump eleva la presión sobre países que aún no han cerrado acuerdos bilaterales con Estados Unidos, reforzando su estrategia de ultimátum y dejando claro que, para aquellos que no cedan, la penalización será decidida de forma unilateral. El gesto no es menor: representa el paso de la amenaza a la acción y marca el tono de una política comercial cada vez más asimétrica y directa.
La semana que comienza se presenta sin grandes referencias macroeconómicas en la agenda, lo que otorga mayor protagonismo a los factores geopolíticos y comerciales. En este contexto, el foco del mercado estará inevitablemente puesto en el desenlace del plazo arancelario fijado por la Casa Blanca, que expira este miércoles 9 de julio. El riesgo no es tanto lo que se decida de forma inmediata, que podría variar en intensidad, sino lo que ello anticipe sobre la orientación estructural de la política comercial estadounidense para los próximos meses.
Planteamos tres posibles escenarios. El más benigno sería una extensión de la moratoria arancelaria para varios socios estratégicos, acompañada de anuncios de progreso en las negociaciones y la firma de acuerdos marco similares al ya alcanzado con Vietnam. En este caso, la incertidumbre se mantendría acotada y el mercado podría interpretarlo como una continuidad del statu quo. Un segundo escenario, más adverso, sería una reactivación táctica de los aranceles, con fecha de implementación diferida al 1 de agosto. Este enfoque permitiría ejercer presión negociadora sin romper del todo el equilibrio actual, pero pondría de nuevo la política comercial en el centro de las preocupaciones del mercado. Por último, el escenario más severo implicaría una reimposición unilateral de aranceles elevados a múltiples socios, acompañados de anuncios de represalias generalizadas, lo que supondría una ruptura clara con el tono moderado asumido por el consenso en las últimas semanas.
Y es precisamente ahí donde reside el mayor riesgo. La percepción dominante entre inversores es que nos encontramos en un escenario de aterrizaje suave, con una actividad económica que resiste mejor de lo esperado, una inflación a la baja y bancos centrales que continúan recortando tipos. Por supuesto, si vuelve a intensificarse el riesgo comercial y se imponen aranceles muy punitivos, el escenario de aterrizaje económico suave se verá gravemente comprometido, sobre todo si se percibe que en esta ocasión no habrá marcha atrás por parte de Trump. El efecto de las tarifas sobre la economía está ampliamente aceptado por el consenso académico: afectan negativamente al crecimiento económico e impulsan al alza a los precios al consumidor, generando un mayor riesgo de estanflación.
Por lo tanto, concluimos que la complacencia creciente en el posicionamiento, reflejada en la reciente rotación hacia activos más cíclicos, contrasta con la complejidad del entorno. Desde nuestro punto de vista, este contexto justifica mantener un enfoque prudente. Nuestro posicionamiento continúa siendo cauto, aunque no pesimista.
Entendemos que la amplitud y potencial gravedad de los riesgos latentes requiere preservar un margen de maniobra suficiente que nos permite abordar dos objetivos fundamentales: por un lado, limitar la volatilidad de las carteras si el entorno se complica y, al mismo tiempo, conservar capacidad para actuar si surgen oportunidades atractivas.