La pensión de jubilación, cómo se calcula
Antes de abordar la forma de cobro de la pensión, lo primero que hay que conocer es la cuantía de la misma. La cantidad que se percibe mensualmente depende del número de años cotizados a la Seguridad Social y de las bases por las que se hayan cotizado los últimos años. Desde 2022, el cálculo se hará a partir de las bases de los últimos 25 años, mientras que en 2019 se calcula con los últimos 22.
Puesto que la última reforma de las pensiones ha traído consigo cambios que se implementarán gradualmente hasta el año 2027, para calcular el importe de la pensión de jubilación es necesario también tener en cuenta el año en el que se accede a la jubilación. En 2019 la edad ordinaria es de 65 años y 8 meses, salvo para quienes hayan cotizado al menos 36 años y 9 meses, que se jubilarían a los 65 años. En 2027 y años sucesivos, la edad ordinaria será de 67 años, salvo para quienes hayan cotizado al menos 38 años y 6 meses, que se jubilarán a los 65 años.
Además, es importante tener en cuenta el periodo necesario para alcanzar el 100% de la base reguladora, es decir, la pensión completa. En 2019 es de 35 años y 6 meses. Desde 2027 se exigirán al menos 37 años de cotizaciones. Con todos estos cambios, la manera más sencilla de calcular la pensión de jubilación es utilizar simuladores online que contemplen todas las modificaciones de los próximos años.
Finalmente, a la hora de calcular el importe de la jubilación hay que tener en cuenta que la Seguridad Social establece unas cantidades máximas y mínimas que son independientes del número de años cotizados o del importe de las aportaciones a la Seguridad Social. Estos importes mínimos y máximos se fijan anualmente por ley. En 2019, el importe mínimo de la pensión (pensión de jubilación para mayores de 65 años con cónyuge no a cargo) es de 642,90 € mensuales y el máximo de 2.659,41 € mensuales.
Las pagas extraordinarias en la jubilación
La mayoría de las pensiones de jubilación de la Seguridad Social se cobran por mensualidades naturales vencidas, con el grueso anual dividido en catorce pagas, una por cada mes del año más dos retribuciones extraordinarias en los meses de junio y de noviembre, lo que se conoce como pagas extras. Los requisitos para percibir las pagas extras son los mismo que los necesarios para percibir la pensión por jubilación. En cuanto a su importe, es también el mismo que el de las pagas ordinarias que se perciben a lo largo del año.
Las excepciones que no cuentan con pagas extraordinarias son las pensiones de incapacidad permanente derivadas de accidente laboral o por enfermedad profesional. En ese caso, la pensión se percibe en doce mensualidades ordinarias, con las pagas extras prorrateadas en ellas. De esta manera, la paga mensual de estos pensionistas es un poco mayor, pero a cambio, no cuentan con esa paga extra para verano y Navidad.
La pérdida de poder adquisitivo y los planes de pensiones
Las pagas extras pueden ser, sin duda, una gran ayuda económica para los jubilados, ya que les permiten disfrutar de las fiestas navideñas o las vacaciones de verano sin preocupaciones y además suponen un complemento a sus ingresos mensuales. En media, la cuantía de pensión que un jubilado recibe en España ronda el 75% de su último salario. Esta gran reducción del nivel adquisitivo puede impedir a los jubilados llevar a cabo sus planes si no se tienen otras fuentes de ahorro como pueden ser los planes de pensiones.
Un plan de pensiones es un producto de ahorro a largo plazo que tiene como objetivo acumular un capital del que poder disponer durante la jubilación. El ahorro se consigue mediante aportaciones puntuales o periódicas que son invertidas por la entidad gestora del plan de pensiones, de acuerdo con las políticas de inversión establecidas en el contrato. Los futuros pensionistas eligen el plan o planes más adecuados para ellos en función de sus objetivos de rentabilidad y su perfil individual de riesgo. En el momento de la jubilación (o antes en algunos casos establecidos por ley) el inversor recupera el capital ahorrado más la rentabilidad que hayan podido experimentar las aportaciones.