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04/12/2025

¿La IA ha tocado techo?

Analizamos la pausa que están experimentando las grandes compañías tecnológicas tras un año de subidas excepcionales, impulsadas por el auge de la inteligencia artificial.
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¿La IA ha tocado techo?

En este episodio analizamos la pausa que están experimentando las grandes compañías tecnológicas tras un año de subidas excepcionales, impulsadas por el auge de la inteligencia artificial. Aunque algunos inversores temen una nueva burbuja como la de las puntocom, las conclusiones son muy distintas.

La reciente corrección responde a varios factores: una concentración extrema del mercado en un pequeño grupo de gigantes tecnológicos; la magnitud de las inversiones necesarias para sostener el despliegue de la inteligencia artificial; la fuerte interdependencia entre los gigantes del sector; y un aumento notable en el uso de financiación externa para proyectos que aún no generan retornos claros. Todo ello genera un aumento de la incertidumbre y justifica un ajuste de las valoraciones, sin cuestionar el potencial de la tecnología.

A diferencia del año 2000, la inteligencia artificial ya tiene usos reales, empresas con beneficios sólidos y una demanda creciente que seguirá aumentando a medida que se desarrollen nuevas aplicaciones. Esto no garantiza el éxito de todas las compañías que están invirtiendo hoy, pero sí confirma que estamos ante una transformación profunda de la economía y no ante una burbuja clásica.

Para el inversor, el mensaje clave es doble. La tecnología debe seguir ocupando un lugar relevante en las carteras, especialmente todo lo relacionado con la infraestructura que hace posible la IA —centros de datos, procesadores, energía y sistemas de refrigeración—, donde la demanda seguirá creciendo. Y, al mismo tiempo, es un buen momento para diversificar: en 2026 es previsible un mercado más equilibrado, con oportunidades en sectores y regiones que se habían quedado rezagados, incluidos Europa, emergentes y compañías de tamaño medio.

En definitiva, el ajuste actual no invalida el futuro de la inteligencia artificial. Al contrario: marca el paso de la euforia inicial a una fase más madura, en la que las oportunidades siguen ahí, pero exigen una mayor selectividad y una perspectiva más amplia.