Nuevas amenazas comerciales acaban con la complacencia
                    Afrontamos la parte final del año con confianza
03/11/2025
La inercia del mercado sigue siendo inequívocamente alcista. Después de varias semanas en las que los datos económicos, las decisiones de los bancos centrales y la temporada de resultados han ido dibujando un escenario más previsible, el sentimiento de los inversores se mantiene optimista. La narrativa de “Ricitos de Oro” —ese equilibrio casi ideal entre crecimiento moderado, inflación contenida y política monetaria predecible— sigue siendo el hilo conductor de los mercados globales.
Y, a falta de catalizadores claros que rompan este guion, todo apunta a que el movimiento de fondo podría continuar durante la parte final del año.
Las bolsas se han asentado en niveles elevados, y los flujos hacia activos de riesgo se mantienen firmes. La combinación de una Reserva Federal más previsible, un ciclo de resultados corporativos sólido y una estabilización en el frente geopolítico ha devuelto la confianza a los inversores institucionales.
En este sentido, los beneficios empresariales, en su conjunto, están superando las previsiones, y los márgenes se mantienen mucho más resistentes de lo que se temía a comienzos de año. Destaca especialmente el comportamiento de las grandes compañías tecnológicas, que han demostrado que la enorme inversión en infraestructura digital no está reñida con un crecimiento tangible de ingresos, lo que refuerza el argumento estructural detrás del actual rally tecnológico.
Pero el impulso no viene únicamente de la tecnología. En muchos sectores, las compañías han mostrado una capacidad de adaptación admirable frente a los riesgos comerciales y a las tensiones arancelarias. La tregua entre Estados Unidos y China ha rebajado notablemente la incertidumbre, y el tejido empresarial mundial está gestionando con éxito un entorno todavía exigente. Las cadenas de suministro se han diversificado, los costes logísticos se han moderado, y las perspectivas de crecimiento para el comercio global son hoy más equilibradas que hace unos meses.
Mirando un poco más adelante, los riesgos más relevantes parecen trasladarse al horizonte de 2026. Entre ellos, destacan el creciente debate sobre la independencia de la Reserva Federal en un contexto político más tenso, la posibilidad de una burbuja de valoración vinculada a la inteligencia artificial, la estrechez del liderazgo bursátil —con gran parte del avance concentrado en un número reducido de compañías— y las incertidumbres fiscales que podrían resurgir en algunas economías desarrolladas. Por supuesto, tampoco podemos descartar un repentino deterioro de las dinámicas laborales o de la inflación.
En el corto plazo, los focos de riesgo son más específicos: la prolongación del cierre del Gobierno estadounidense y la posibilidad de que un fallo judicial obligue al Tesoro a devolver una enorme cantidad de ingresos cobrados por aranceles. Sería un acontecimiento de gran impacto, tanto para las cuentas públicas como para la política fiscal del país.
Aun así, el mercado se adentra en un tramo del año tradicionalmente favorable. La estacionalidad de noviembre y diciembre suele acompañar a la renta variable, y esta vez llega además con una mayor visibilidad en los tres frentes clave: el económico, el político y el comercial. La política monetaria de la Reserva Federal se ha clarificado, el acuerdo comercial entre Washington y Pekín reduce las tensiones internacionales, y las empresas continúan demostrando una notable capacidad de generación de beneficios. Todo ello configura un entorno en el que no se perciben grandes amenazas a corto plazo para la continuidad del rally.
Sin embargo, conviene recordar que el equilibrio actual es frágil. La economía global sigue transitando una fase de ajuste: el crecimiento se modera y las condiciones financieras, aunque más suaves que hace unos meses, siguen siendo restrictivas si se comparan con la media histórica. Esto significa que la volatilidad podría repuntar ante cualquier sorpresa negativa en inflación, política fiscal o geopolítica.
Por ello, desde una perspectiva de posicionamiento, consideramos que lo más sensato es mantener una sobreponderación en activos de riesgo, aprovechando la inercia positiva de los mercados, pero extremando la diversificación y evitando concentraciones excesivas por sectores, estilos o regiones. El objetivo no es apostar por un único motor de crecimiento, sino capturar la solidez del conjunto de la economía global.
En resumen, afrontamos la parte final del año con confianza, apoyados en un entorno macroeconómico más estable, en unas empresas que demuestran una resiliencia extraordinaria y en unos bancos centrales que, por fin, parecen haber encontrado un punto de equilibrio.