Huella digital: la nueva protección para tu operativa móvil

Descubre cómo configurar tus dispositivos móviles para autenticar tu operativa usando la biometría.

Hasta hace algunos años, lo habitual al validar cualquier operación bancaria era incluir un PIN o una contraseña alfanumérica. Dos alternativas que resultaban fáciles de olvidar por parte del usuario y que, además, no garantizaban la seguridad que este demandaba de cara a evitar malos tragos en forma de robo, fraude, etc.  

Hoy, y gracias a la aplicación de las nuevas tecnologías en el sector bancario, se ha dado un paso adelante a la hora de fortalecer esta autenticación. Y se ha hecho tomando como referencia esos valores únicos e intransferibles del ser humano como, por ejemplo, la huella digital, más difícil de sustraer. Su uso garantiza una mayor protección en acciones tan rutinarias como el desbloqueo del teléfono o la apertura de aplicaciones. También en las incluidas en nuestra operativa bancaria, permitiendo la confirmación de cualquier pago de forma segura, entre otras muchas.

En este artículo queremos explicarte los beneficios de su uso, al igual que el de otras opciones ‘biométricas’ como el rostro o el iris.

Huella digital como garantía de máxima seguridad

La operativa diaria de cualquier cliente incluye múltiples procesos que realiza, cada vez más, a través de Internet. La gran mayoría de ellos suelen requerir de una última validación por su parte, es decir, necesitan ser autenticados para que se ejecuten.

Como hemos dicho previamente, las opciones más comunes son el PIN o la contraseña alfanumérica, las cuales no terminan de ofrecer esa fiabilidad que tanto solicita el consumidor 3.0 en materia de seguridad. Si lo hace la huella digital, u otras opciones que ofrece la biometría, basadas en aspectos que son difícilmente sustraibles al ser inherentes de cada persona.

La meta final de todas ellas, y de su aplicación, es que el cliente opere en un entorno protegido. Garantizar que no sea objeto de robos en sus cuentas ni víctima de fraudes en sus datos. Algo que, a día de hoy, genera cierta susceptibilidad y le lleva realizar los trámites por vías más tradicionales y que le resultan más familiares.

 

Configúrala en el móvil

Si quieres utilizar la huella digital, previamente debes configurarla en tu dispositivo (el cual debe estar adaptado para ello) y/o en tu app de BBVA. En el caso de tenerla ya activada en el primero, te aconsejamos que hagas lo propio en la segunda. 

Es muy fácil. Basta con que entres en el apartado de Seguridad y Privacidad, donde se encuentran los distintos ‘Métodos de Acceso’ disponibles (entre ellos, la huella digital). Una vez dentro, solo te quedará hacer su enrolamiento y confirmar que es esa la que deseas usar clicando en el SMS que posteriormente te enviaremos. Una medida extra de seguridad similar a la que usas, por ejemplo, en las transferencias.

Reconocimiento facial, el siguiente paso

La huella digital es la opción biométrica de mayor implantación hoy en día, aunque no es la única. BBVA, por ejemplo, pone a disposición de sus clientes la autenticación por reconocimiento facial. El simple hecho de mostrar tu rostro te permite realizar cualquier pago en su sede de Madrid, en la que abonar cualquier consumición requiere de mirar unos pocos segundos a cámara. 

La biometría, clave en la nueva normativa PSD2

La aplicación de cualquiera de las opciones mencionadas en el sector bancario no ha eliminado a sus predecesores. De hecho, la unificación de todas ellas es la base de la nueva normativa PSD2, cuyo objetivo es fortalecer la seguridad en el mercado de los pagos online.

Para conseguirlo, ha impuesto mayores garantías de seguridad entre las que se incluye la SCA (o doble factor de autenticación) en la que es necesario, para realizar determinadas operaciones de pago, introducir al menos 2 de 3 factores de autenticación, que deben ser independientes entre si y el uso de uno no compromete la fiabilidad del otro. Estos son: conocimiento, es decir, algo que el cliente sabe (como la contraseña o el PIN), posesión, es decir, algo que el cliente tiene (como por ejemplo su teléfono móvil) e inherencia o algo que el cliente es, como por ejemplo su huella digital. Máxima seguridad en unas compras online cada vez más arraigadas entre los consumidores del siglo XXI.

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