Un entorno idílico para la renta variable global
Álvaro Manteca, responsable de Estrategia de Banca Privada de BBVA
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22/09/2025

Un entorno idílico para la renta variable global

Álvaro Manteca, responsable de Estrategia de Banca Privada de BBVA, nos trae el análisis económico de la semana.
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22/09/2025

Las bolsas atraviesan un periodo de renovado optimismo que ha sorprendido a buena parte de los inversores y analistas. Tras un arranque de año marcado por la incertidumbre en torno a la política arancelaria de Estados Unidos, el temor a una recesión autoinducida y la amenaza de un escenario de estanflación, los mercados han dado un giro notable en las últimas semanas, impulsados por una confluencia de factores que invitan a un tono más constructivo.

El primer catalizador de este repunte bursátil ha sido la actuación de la Reserva Federal. Tras meses en los que el discurso dominante giraba en torno a la necesidad de mantener tipos restrictivos para doblegar la inflación, el giro reciente hacia la flexibilización monetaria ha cambiado radicalmente el tono del mercado. La Fed ha iniciado un ciclo de recortes, respaldada en la evidencia de que el mercado laboral muestra señales de enfriamiento sin que ello implique un deterioro abrupto del consumo. El mensaje implícito es claro: los riesgos a la baja para el empleo justifican una política menos restrictiva, incluso aunque la inflación no haya vuelto plenamente al objetivo. Para los inversores, esto significa que la Fed deja de ser un freno para convertirse en un soporte, lo que allana el terreno para que el apetito por el riesgo se reactive.

El segundo factor relevante ha sido la evolución de la inflación. Si a comienzos de año se temía que las tensiones de precios derivadas de la política comercial desembocasen en un repunte sostenido, los datos recientes han disipado buena parte de esas dudas. En la eurozona, el índice general se ha estabilizado exactamente en el objetivo del 2% marcado por el BCE, mientras que en Estados Unidos, aunque la desinflación ha sido más lenta, no se han materializado las amenazas de una espiral alcista. La traslación de los aranceles a los precios finales ha sido limitada y el conjunto de indicadores sugiere que la dinámica inflacionista está bajo control

.A ello se suma la resiliencia del consumo. Pese a la moderación de la creación de empleo, la demanda interna sigue siendo sólida, especialmente en Estados Unidos. Los hogares han mostrado capacidad de adaptación, apoyados en niveles de ahorro todavía razonables y en un mercado laboral que, aunque menos dinámico, se mantiene en tasas históricamente bajas de desempleo. Este patrón de gasto ha sorprendido a los analistas que anticipaban un ajuste más severo, y explica buena parte de la fortaleza que mantienen los beneficios empresariales. En efecto, los resultados corporativos del primer semestre superaron las expectativas, demostrando que las compañías han sido capaces de defender sus márgenes incluso en un contexto regulatorio y de costes más exigente. Esta fortaleza en los beneficios constituye un respaldo fundamental para las valoraciones bursátiles y alimenta la narrativa de que las bolsas aún tienen recorrido al alza.

No puede obviarse tampoco el peso de los catalizadores estructurales. El auge de la inteligencia artificial y la digitalización de infraestructuras ha generado un auténtico superciclo de inversión tecnológica. Este fenómeno, que ya no es percibido como un episodio especulativo sino como un cambio profundo en la estructura productiva, está atrayendo flujos de inversión privada y programas públicos de gasto. El efecto es doble: por un lado, refuerza la expectativa de que determinados sectores seguirán expandiéndose con fuerza en los próximos años; por otro, contribuye a sostener el optimismo general del mercado al ofrecer una narrativa de crecimiento de largo plazo más allá de los vaivenes coyunturales. El apetito por las tecnológicas, aun con valoraciones exigentes, sigue siendo un pilar de la confianza inversora.

Otro elemento que ha reducido la percepción de riesgo es la distensión parcial en el frente comercial. Aunque persisten disputas en sectores sensibles, como el tecnológico o el farmacéutico, el discurso ha cambiado respecto al inicio del año. Ya no se habla de una escalada arancelaria global capaz de fracturar las cadenas de suministro, sino de una convivencia competitiva con episodios puntuales de fricción.

Sobre estos cimientos, el comportamiento técnico de los mercados ha sido igualmente constructivo. En un periodo estacionalmente adverso, las bolsas han mostrado inercia alcista, lo que indica que los inversores no solo confían en los fundamentales, sino que además están respaldando la tendencia con flujos consistentes. Este patrón sugiere que el mercado ha entrado en una dinámica donde las correcciones se perciben como oportunidades de compra más que como el inicio de un cambio de tendencia. El hecho de que la Fed haya confirmado un calendario de recortes adicionales refuerza esa lectura y proporciona un ancla para la confianza.

Ahora bien, la senda por la que transita la economía global es estrecha. Basta un repunte inesperado de la inflación, un error de calibración por parte de la Fed o un choque geopolítico para poner a prueba el escenario actual. En Europa, persisten dudas sobre la sostenibilidad fiscal de algunos países, mientras que la incertidumbre política en Francia constituye un foco de vulnerabilidad añadido. En Estados Unidos, no se puede descartar que las tensiones en torno a la independencia de la Fed reaviven la volatilidad, especialmente en un contexto electoral cargado de polarización. Y en el plano global, los conflictos regionales y la competencia estratégica entre potencias siguen siendo factores que pueden desencadenar episodios de inestabilidad repentina.

Además, las valoraciones en algunos segmentos de mercado, particularmente en tecnología, son exigentes. Aunque el ciclo de la inteligencia artificial ofrece soporte a largo plazo, el riesgo de correcciones no debe minimizarse, sobre todo si los beneficios no acompañan al ritmo que descuentan los precios actuales. La complacencia sería un error: la fortaleza de los mercados no implica inmunidad y la gestión activa y diversificada sigue siendo esencial para navegar este entorno.

En síntesis, las bolsas suben porque el equilibrio actual entre crecimiento moderado, inflación contenida y bancos centrales más amigables ofrece el escenario soñado para los activos de riesgo. Los beneficios empresariales respaldan las valoraciones, la inversión estructural en nuevas tecnologías refuerza la narrativa de largo plazo y el clima geopolítico, aunque complejo, ha reducido momentáneamente su nivel de amenaza. Creemos que esta tendencia podría continuar en la parte final del año, siempre que la actividad global se mantenga dentro de esa franja estrecha que separa la desaceleración saludable de la recesión, y que la inflación no vuelva a convertirse en un problema. En esa medida, el optimismo actual está justificado, pero requiere disciplina y prudencia: el camino está abierto para nuevas subidas, pero no está exento de obstáculos.

Este pódcast está locutado con la ayuda de herramientas de Inteligencia Artificial.