El año 2026 vuelve a presentarse favorable en términos económicos y financieros

Álvaro Manteca, responsable de Estrategia de Banca Privada de BBVA.
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09/12/2025

El año 2026 vuelve a presentarse favorable en términos económicos y financieros

Álvaro Manteca, responsable de Estrategia de Banca Privada de BBVA, nos trae el análisis económico de la semana.
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09/12/2025

De cara a 2026, mantenemos una visión constructiva y, en términos generales, continuista. El ciclo económico sigue avanzando con un grado notable de resiliencia y no anticipamos cambios sustanciales en el crecimiento del PIB mundial, que se verá favorecido por un entorno fiscal más expansivo en las principales economías del mundo.

En este escenario, la inflación continúa moderándose gradualmente y, aunque persisten ciertos factores estructurales que impedirán un retorno a los patrones de la década pasada, el proceso desinflacionista mantiene suficiente tracción como para permitir que los bancos centrales puedan seguir reduciendo los tipos de interés a lo largo de 2026.

El consenso del mercado sigue confiando en un crecimiento sólido de los beneficios por acción, cercano al doble dígito tanto en Europa como en Estados Unidos. Esta previsión se apoya en el mantenimiento de los márgenes, en el estímulo persistente del gasto asociado a la digitalización y la inteligencia artificial, y en unos niveles de demanda interna todavía robustos, impulsados por unos salarios reales que siguen creciendo y por unos costes energéticos a la baja.

El entorno comercial también parece menos complejo que en 2025: la administración Trump ha empezado a suavizar aranceles en determinados productos básicos que Estados Unidos no produce, con el objetivo de aliviar la presión inflacionista sobre los hogares de rentas bajas. Aunque el régimen arancelario no va a revertirse por completo, sí cabe esperar un 2026 más estable desde el punto de vista comercial que el vivido a raíz del Día de la Liberación. En el plano geopolítico, la visibilidad también ha aumentado gracias al plan de paz de 28 puntos para Ucrania, que no resuelve el conflicto, pero sí reduce la amplitud de escenarios extremos y aporta más claridad de cara al año próximo.

La combinación de crecimiento económico mundial sólido, inflación en descenso y condiciones financieras gradualmente más benignas crea un entorno favorable para los activos financieros. Consideramos que existe margen para que tanto la renta fija como la renta variable prolonguen un año más su buen comportamiento. En deuda soberana, la perspectiva de tipos a la baja en Estados Unidos y la estabilidad monetaria en Europa abren la puerta a otro ejercicio de rentabilidades positivas, especialmente en emergentes, donde los tipos reales siguen siendo elevados. En renta variable, el soporte fundamental vendrá del crecimiento de beneficios, que debería compensar unas valoraciones exigentes en ciertos segmentos del mercado estadounidense. Europa parte de niveles de valoración más razonables y podría beneficiarse de la inversión pública y la mejora paulatina de la actividad. En conjunto, prevemos que los activos de riesgo, bien seleccionados y diversificados, volverán a ofrecer rentabilidades superiores a la inflación en 2026.

Por otra parte, prevemos que 2026 será un año de mayor amplitud bursátil porque los motores del mercado dejarán de estar concentrados en un puñado de gigantes tecnológicos y empezarán a repartirse de forma más equilibrada entre sectores y regiones. Tras varios ejercicios en los que los “Siete Magníficos” acapararon el crecimiento de beneficios y el flujo inversor, el resto del mercado llega a 2026 con valoraciones más razonables, balances sólidos y un ciclo de beneficios que, por fin, apunta al alza tras años de estancamiento. La normalización de los tipos de interés, el desvanecimiento de algunos riesgos extremos y la recuperación macroeconómica en Europa y en parte del mundo emergente generan un entorno en el que las empresas industriales, financieras, energéticas, eléctricas, sanitarias y compañías de media capitalización pueden volver a crecer y atraer flujos.

Aun así, el equilibrio es delicado y existen riesgos que pueden alterar la narrativa constructiva dominante. Un deterioro más acusado del mercado laboral estadounidense podría erosionar la confianza del consumidor y forzar movimientos más defensivos de política económica. Del mismo modo, una reactivación de las tensiones inflacionistas podría obligar a replantear el ritmo de los recortes de tipos. A ello se añade el debate sobre la independencia de la Reserva Federal en un contexto de salida del presidente Powell, un elemento que podría afectar a la lectura de los mercados sobre la credibilidad de la institución. Finalmente, el sector tecnológico seguirá bajo escrutinio: la elevada concentración del mercado y las altas expectativas depositadas en la inteligencia artificial podrían generar episodios de volatilidad si los resultados empresariales decepcionan o si la monetización del enorme esfuerzo inversor avanza más lentamente de lo previsto.

En síntesis, 2026 se perfila como un año de continuidad macroeconómica, pero no exento de incertidumbres estratégicas. La economía global mantiene un crecimiento próximo a su potencial, la inflación se modera y los mercados seguirán contando con apoyo suficiente para avanzar.