La economía en 2023

Frente a las perspectivas existentes hace unos meses, 2022 está terminando con sorpresas positivas en términos de actividad en las economías avanzadas. A pesar del entorno de enorme incertidumbre en el que nos hemos movido este año, consecuencia de la guerra en Ucrania y su impacto sobre todo en el precio y suministros de energía, la actividad global se ha mostrado bastante resistente y mejor de lo esperado.

Esta resiliencia es consecuencia fundamentalmente de cuatro  factores. El primero, el colchón de ahorro acumulado durante la pandemia, que ha sido una característica común en muchos países. Segundo, la fortaleza del mercado de trabajo, tal y como se refleja en la reducida tasa de paro de las principales economías desarrolladas y el dinamismo en la creación de empleo. Tercero, una mejora en los precios de la energía y otras materias primas bastante generalizada desde el verano, que ha empezado a reflejarse en una desaceleración de los precios de producción. Cuarto, la flexibilidad y capacidad de adaptación de las empresas ante tantas incertidumbres y el shock energético. Todo ello ha permitido mantener un buen ritmo de crecimiento del consumo, a pesar de la pérdida de poder adquisitivo por la elevada inflación.

Ante estas circunstancias, de acuerdo con las previsiones de BBVA Research, el crecimiento de 2022 se ha revisado al alza en prácticamente todas las geografías y, por tanto, supone un buen punto de partida para arrancar el año 2023. En cualquier caso hay que ser prudentes, los riesgos siguen siendo numerosos y el crecimiento del próximo año quedará por debajo del potencial. 

A pesar de que la actividad se comporta mejor de lo esperado y de que se reduce la probabilidad de entrar en una recesión, las economías avanzadas se encuentran en una fase de clara desaceleración, según señalan los indicadores adelantados. 

En Europa estamos más confiados en que no se producirán restricciones de oferta de energía, teniendo en cuenta el elevado nivel de reservas de gas, la reducción del consumo  de energía y la diversificación de otras fuentes de suministro. No obstante, dada la elevada inflación (que reduce significativamente la renta disponible) y el efecto del aumento de los tipos de interés por parte del BCE, no puede descartarse que se produzcan caídas moderadas de la actividad en el cuarto trimestre de 2022 o el primero de 2023. En el conjunto de 2023 el PIB de la eurozona prácticamente se estancará respecto a 2022 (-0,1 %), de acuerdo con nuestras previsiones.

En Estados Unidos, la recesión técnica podría venir un poco más tarde, en el segundo trimestre de 2023, inducida por la restricción monetaria que está imponiendo la Reserva Federal para poder atajar la inflación y evitar un desanclaje de expectativas. En cualquier caso, sería corta y de baja intensidad, de manera que para el conjunto de 2023 esperamos un crecimiento del PIB del 0,5 %. 

Además, tanto en Europa como en EE. UU. hay diversas fortalezas para esperar una recesión suave, en caso de que se produzca. A diferencia de otras crisis, no se observan desequilibrios importantes, salvo en algunos mercados como, por ejemplo, los precios de vivienda en algunos países o el endeudamiento de un porcentaje manejable de empresas, que tendrán más dificultades para afrontar tipos de interés al alza. Por su parte, los balances bancarios se encuentran en una posición de solidez, por lo que no se esperan restricciones crediticias. 

Escriben:

Sonsoles Castillo, responsable de análisis económico y financiero BBVA Research, y Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico BBVA Research y catedrático de Análisis de Economía en la Universidad de Valencia.