Un fondo de pensiones es un patrimonio creado para cumplir con los planes de pensiones. Es decir: es como el saco donde se meten las aportaciones del plan; es de lo que este se nutre. No tienen personalidad jurídica, y se controlan a través de un gestor y una comisión de control.
De hecho, esta es la principal diferencia entre un fondo de pensiones y un plan de pensiones. De todas maneras, ambos términos son complementarios: se puede decir que los segundos se alimentan de los primeros; uno no puede existir sin el otro. Eso sí: cada fondo no es exclusivo de un único plan; de hecho, puede integrar varios de estos.
Los fondos de pensiones pueden ser de diversos tipos, atendiendo a varios criterios. Por ejemplo, según las modalidades del plan de pensiones, pueden ser de empleo -si integran planes de pensiones del sistema de empleo- o personales, -si se limitan al ámbito de los planes de pensiones individuales-. En función de los procesos de inversión, serán abiertos o cerrados. Según la responsabilidad en el pago, serán internos o externos. Atendiendo a las garantías complementarias, podrán ser asegurados o no asegurados. Según su distribución, pueden ser de reparto o de capitalización…; entre otros, estos son algunos de los criterios.