Controlar el gasto y ahorrar, dos caras de la misma moneda
Controlar el gasto y ahorrar, dos caras de la misma moneda
Este pódcast está locutado con la ayuda de herramientas de Inteligencia Artificial.
Ya se contaba en la remota China que el equilibrio entre yin y yang, fuerzas opuestas aunque indivisibles, era el origen del mundo. Y que la virtud siempre se halla en el término medio de las cosas, como apuntaría más tarde Aristóteles. Así ocurre también hoy en nuestro ámbito económico cotidiano, donde cada día debemos lidiar con una serie de gastos y hábitos de ahorro que, igual que el sol y la luna, contrapuestos pero inseparables, forman las dos caras de una moneda que nunca deja de girar.
Dentro del apartado de gastos, es decir, de todos aquellos pagos destinados a cubrir nuestras necesidades de alimentación, médicas, formativas, profesionales, de desplazamiento, ocio y tantos otros tipos; habría que distinguir entre dos posibilidades: gastos fijos y gastos variables.
Por un lado, sobre los gastos fijos, podemos decir que son aquellos pagos necesarios que inevitablemente se repiten con determinada frecuencia, lo que nos permite conocer con antelación cuándo habrá que abonarlos y a qué cantidades ascenderán. La hipoteca o alquiler de tu casa y el seguro de vivienda, salud o coche resultan ejemplos del día a día de algunos de los gastos fijos más comunes.
Por otro lado, los gastos variables cambian con regularidad, puesto que no son fijos y, en determinados casos, incluso puedes evitar incurrir en ellos. Digamos que, a la hora de planificar tus finanzas, es muy importante distinguir qué gastos variables serán necesarios y cuáles no. A este respecto, los expertos siempre aconsejan dar prioridad a aquellos pagos vinculados a la esfera de la salud, al ahorro de cara a la jubilación o al transporte, por citar tan solo tres.
Pero qué fácil, por desgracia, resulta a veces descuadrar el presupuesto e incurrir en gastos que, tal vez no del todo indeseados, sí que pueden llegar a convertirse en una pequeña molestia a final de mes. En no pocas ocasiones, por ejemplo, se adquieren productos y artículos que no tenías planificados, pero que tampoco parecen gran cosa en un primer momento.
Como almorzar fuera de casa, comprar un paquete de caramelos o el café para llevar que pides de camino al trabajo cada mañana. Sin embargo, para reducir al mínimo el efecto negativo sobre tu presupuesto de estos pequeños desembolsos cotidianos, lo más recomendable pasa por destinar a este propósito una cantidad de dinero fija y nunca excederla.
Además, también resulta habitual dar con desembolsos difíciles de detectar debido a que, pese a su importancia, a priori no suelen estar considerados dentro del presupuesto. Ocurre así cuando se realiza un mal empleo de electrodomésticos, como el funcionamiento ‘stand by’, o cada vez que debemos hacer frente a una avería en casa.
Claramente, ahorrar jamás resulta tarea sencilla. Requiere esfuerzo y constancia. Es imprescindible marcarse una meta y no parar hasta alcanzar el objetivo. Sin embargo, algunos pequeños tips o pequeños ‘trucos’ pueden hacernos un poco más llevadera la tarea. Por ejemplo, la ‘regla de ahorro 50, 30, 20’ divide en tres categorías los ingresos mensuales, indicando qué porcentaje de tu dinero deberías destinar a cada partida.
Según esta norma de ahorro, el 50 % de tu sueldo ha de satisfacer necesidades primarias, como el pago de la vivienda, comida, calzado, movilidad, suministros de agua, luz e Internet; el 30 %, a todos esos gastos que responden a tus gustos y preferencias personales; y, por último, una partida del 20 % exclusiva para ahorro, lo que te hará ir generando un montante creciente al que poder recurrir en un futuro, ya sea por eventual necesidad o porque quieres invertirlo en busca de mayor rendimiento económico.
Originario de Japón, el método Kakebo también te anima a que anotes todos tus gastos y, a partir de una disección concienzuda de todos los pagos que acometes a diario, empieces a decidir dónde puedes reducir y así podrás eliminar esos costes menos necesarios, algo que sin duda potenciará tu capacidad ahorradora.
En pocas palabras, ahorrar es guardar para mañana. Por eso, haz tuya la práctica del ‘págate primero’, un concepto nacido en Estados Unidos y muy popular entre los analistas financieros. La filosofía del ‘págate primero’ aboga por una manera de enfocar tu ahorro como un gasto fijo e imprescindible más, que has de situar por encima del resto en cuanto a importancia.
Según esta estrategia proahorro, cuando organices tus finanzas, indica antes que nada cuál será el porcentaje de ingresos que deseas reservar a ahorro. Asimismo, de cara a no verte en apuros a la hora de hacer frente a tus gastos, resulta crucial que esa cantidad que guardes para ahorrar sea una cifra realista.
En BBVA, te ayudamos a establecer un plan de ahorro y control del gasto que vele por tu salud financiera. Por eso, a través de la aplicación móvil de BBVA, ponemos a tu disposición soluciones como ‘Programa tu cuenta’, una herramienta que te ofrece la posibilidad de automatizar tu ahorro mediante el establecimiento de un saldo máximo y mínimo, o el redondeo de los pagos que lleves a cabo con tarjeta.