Diversificar mis activos financieros, ¿me ayuda a ahorrar más?

Invertir en diferentes tipos de producto puede ser la llave para hacer crecer tus beneficios.
Los activos financieros son títulos o anotaciones contables que otorgan al comprador derecho a recibir un ingreso futuro procedente del vendedor. No suelen poseer valor físico y son emitidos por entidades económicas como, por ejemplo, empresas, comunidades autónomos o gobiernos. Su fin es que el comprador rentabilice el dinero invertido y que el vendedor, por su parte, obtenga financiación. ¿Cómo? El primero adquiere lo derechos sobre los activos reales del emisor y el efectivo que estos generen.

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La rentabilidad que se obtiene de ellos depende del riesgo que desee asumir el inversor. En base a esto, encontramos 3 tipos de activos financieros:

Renta fija: instrumentos emitidos por las administraciones públicas o las empresas. El escaso riesgo que se asume con ella hace que sea el activo financiero recomendado para perfiles más conservadores, los cuales prefieren sacrificar una rentabilidad mayor (esperada) por un nivel de riesgo más bajo. Las letras del tesoro o los pagarés de empresas son algunos de estos activos de renta fija.

Renta variable: su alto riesgo da lugar a unos altos beneficios que, sin embargo, nunca están asegurados al depender de factores de gran variabilidad como el estado de las cuentas una empresa o del mercado en el que se opera. Un ejemplo de ellos son las acciones, las cuales se recomiendan (junto a otros activos financieros de la misma categoría) a inversores decididos que buscan altas rentabilidades aunque la volatilidad de su precio sea más elevada.

Renta Mixta: mezcla de los dos anteriores, su riesgo y rentabilidad dependen del equilibrio entre ambos, siendo mayores si la balanza se inclina hacia la renta variable y menores si lo hace hacia la renta fija. Ideales para los perfiles moderados ya que les permite diversificar su inversión, reduciendo así el riesgo.

La diversificación: cómo reducir los riesgos

En mayor o menor medida toda inversión genera un cierto grado de riesgo, ya que está sujeta a condiciones cambiantes que pueden hacer que el resultado final no sea el que se espera. 

Por ello, y de cara a reducir ese riesgo, es muy importante la diversificación de las inversiones. Una forma de equilibrar el rendimiento esperado de tu cartera y, por lo tanto, de ahorrar más.  Existen varias formas:

Por activos: consiste en repartir de forma adecuada la renta variable, la fija y los activos del mercado monetario. De esta forma, los beneficios dependen del promedio de rentabilidad de toda la cartera. Por ejemplo, si disponemos de 5.000 € y los invertimos en un mismo activo financiero, cualquier problema que este tenga pondrá en peligro nuestro dinero. Sin embargo, si lo dividimos en varios, las pérdidas que pueda tener uno se compensan con las ganancias de otro.

Diversificación por sectores: el ciclo económico influye en el comportamiento de los distintos sectores de la actividad. Por eso es importante que, si varían las circunstancias económicas, tengamos inversiones en sectores cuya evolución sea comparativamente favorable. 

Diversificación por zonas geográficas: el problema tratado con respecto a los sectores puede extrapolarse a los países. Es decir, si un inversor tiene todos sus activos financieros en un mismo país, cualquier bajada en sus previsiones económicas puede afectar de forma negativa a toda su cartera. Por ello, se recomienda invertir de manera diversificada y global. Y es que no todas las regiones tienen el mismo comportamiento en cada contexto de mercado, de ahí que una adecuada combinación de ellas permita reducir los riesgos asociados a una sola. Un deterioro de las perspectivas en una determinada geografía tendrá así un impacto mucho menor sobre la rentabilidad de la cartera.

Diversificación por fondos: aunque tengas bien diversificado tu fondo de inversiones, será difícil que cubra la totalidad de los sectores y zonas geográficas existentes y de interés. Por ello, es aconsejable diversificar en más de uno. De esta forma, accedemos a un mayor número de activos, sectores y geografías y, también, a equipos de gestores y estrategias. 

Diversificación por divisas: la inversión en divisas distintas del euro puede contribuir a mejorar la relación entre la rentabilidad esperada y el riesgo asumido de nuestra inversión. 

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