Convertir una idea en un proyecto empresarial es todo un reto al que se enfrentan todos aquellos que deciden embarcarse en la aventura de abrir su propio negocio.
Un “desafío” que comienza con la idea y que se complica cuando se trata de poner en marcha el proyecto: un proceso en el que no solo entran en juego cuestiones económicas o empresariales, al tratarse, también, de un reto emocional para el empresario. Y es que, según un reciente informe elaborado por IONOS, la mitad de los profesionales en España (un 56%, en concreto) se imagina creando su propio negocio y el 57% asocia el emprendimiento con una mayor probabilidad de ser feliz. Sin embargo, este “camino a la felicidad” no es sencillo porque, a la hora de materializar un proyecto, existen muchas claves y desafíos que hay que tener en cuenta.
Las grandes retos para convertir una idea en un proyecto empresarial
Todo proyecto empieza con una idea, y Jesús Martínez, socio creativo y cofundador de Lessrobot, la tuvo: “nuestro producto es un oso que se llama Lulla, de Lullaby, y se trata de un oso de peluche que reproduce en tiempo real los latidos del padre o de la madre. Los padres llevan en la ropa un dispositivo que recoge esos latidos y los manda al oso, sin importar la distancia que haya entre ellos. Hemos intentado recrear esa sensación, como si el niño estuviese en brazos de la madre o el padre”.
Con la idea ya definida, el primer desafío para Jesús fue buscar la viabilidad del producto como solución tecnológica: “hicimos un prototipo, hablamos con desarrolladores e ingenieros para crear ese primer modelo: un prototipo funcional de concepto con el que conseguimos recrear el latido”. Con él ya en su mano, los siguientes pasos tuvieron que ver con el registro del producto en la oficina de Patentes y Marcas, y con la constitución de la forma jurídica de la empresa. Para Jesús Martínez, esta última parte fue la más difícil, sobre todo porque no disponía de conocimientos empresariales y financieros previos.
El coste emocional de emprender
Además de estos retos financieros, empresariales y administrativos, también hay un coste emocional en el emprendimiento (que hay que tener presente). El último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) afirma que el 43% de los emprendedores, a nivel global, tienen miedo al fracaso, algo que para Jesús Martínez tiene que ver con el desconocimiento sobre lo qué pasará en el futuro de su aventura empresarial: “lo que da más miedo en el emprendimiento es que lo que está en juego es tu dinero, no ser capaz de cubrir las pérdidas. El desconocimiento brutal, que no sabes dónde tocar.... Más que miedo al fracaso, creo que lo que más paraliza es el desconocimiento”.
Un coste emocional cuya base está en que, para Manuel Lencero, CEO y co-fundador de Unlimited Spain, emprender es un estilo de vida: “emprender es tirarse al vacío, hacer lo que me da la gana a propósito de mi proyecto. Me parece un acto de rebeldía y valentía, por eso para mí los emprendedores son, casi siempre, héroes”. Además, Lencero agrega que alrededor del 70% de las compañías que se generan lo hacen a modo de supervivencia, en respuesta a la poca oferta de trabajo y no porque se quieran hacer ricos con ella, lo que implica que el coste emocional del emprendedor suele ser mayor que el del resto de los trabajadores.
¿Cómo ayuda BBVA a los emprendedores para arrancar un proyecto empresarial?
Como hemos visto en el caso de Lessrobot, a la hora de emprender son necesarios recursos financieros, fuerza emocional y una “hoja de ruta” a seguir en la que se necesitan conocimientos empresariales. Algo de lo que no disponen todos los empresarios que quieren abrir su propio negocio.
En este sentido, los bancos son un gran socio para aplanar este empinado camino, y, María Eugenia López, responsable de negocios y franquicias de BBVA, explica cómo el banco puede convertirse en el gran aliado de los emprendedores: “BBVA pone a disposición de los nuevos emprendedores una página en la que pueden obtener toda la información que necesitan, como las ventajas o inconvenientes de hacerse autónomo, de elegir esa figura jurídica correcta y, además, facilita que el emprendedor pueda ponerse en manos de asesores fiscales que le ayuden a arrancar el negocio”.
BBVA está, y ha estado, al lado de Jesús en todos los trámites que forman parte del proceso que está llevando a cabo, crear, por ejemplo, una sociedad limitada con un socio y tramitar la inscripción de la empresa en el Registro Mercantil, pasos necesarios para constituir una empresa. Pero esto es solo el comienzo. “Hay que llevar a cabo una valoración de proveedores, saber a qué nicho de mercado nos vamos a dirigir con este producto, cómo lo vamos a producir... y, una vez que esté en el mercado, testear su acogida y apoyarse en determinadas redes que ayudan al emprendimiento”, apunta María Eugenia López, quien añade que BBVA tiene acuerdos con terceros para facilitar este proceso a su clientes.
Consejos para arrancar un proyecto empresarial
En definitiva arrancar un proyecto empresarial no es fácil, y por ello, Jesús Martínez señala dos consejos que hay que tener en cuenta: “primero, perder el miedo, que es fundamental, y segundo, preguntar mucho y rodearse de gente que sepa, incluido el banco, donde puedes tener una fuente de conocimiento que probablemente no te esperas, asesorándote por ejemplo a la hora de cómo encontrar un proveedor”. Un escenario en el que BBVA puede ser un gran aliado, tal y como explica María Eugenia López, quien asegura que desde la entidad se insiste en que el emprendedor debe verles en este proceso como un socio, y no solo como un banco, ya que pueden ayudarle más allá de la financiación.
Desde el punto de vista emocional, Manuel Lencero apunta que es importante la perseverancia del emprendedor para perseguir su sueño: “la determinación y la tenacidad son muy importantes. La frustración de no llegar al sitio que quieres te la va a quitar el levantarte todos los días e insistir en tu modelo”. Y es que, para Lencero merece la pena ser emprendedor, porque es una forma que tiene una persona de generar no solo su propia independencia sino, también, de desarrollar un pensamiento crítico para ver el mundo de otra manera.