Ya lo avisa el refrán: quien algo quiere, algo le cuesta. Y, sin duda, suele ocurrir así en cada una de las facetas de la vida. También, por supuesto, a la hora de emprender un negocio. Porque poner en marcha una idea empresarial siempre supone un desafío que requiere esfuerzo, perseverancia y una fuerte capacidad de sobreponerse a los contratiempos.
Pero no todo es malo a la hora de emprender un negocio. Más bien, al contrario. De hecho, llevar a cabo una iniciativa de estas características puede ofrecer un gran número de beneficios, tanto desde un punto de vista profesional como a nivel de realización personal. Y es que, en determinadas circunstancias, el emprendimiento empresarial constituye la mejor herramienta para perseguir esos objetivos y sueños que todos los seres humanos guardan en su interior.
Quizás a ti te sucede. Tienes un proyecto en mente, a diario le das vueltas y más vueltas, imaginas cómo transformarlo en realidad, pero no te decides a dar el primer paso. Además, no te queda muy claro de qué va esto del emprendimiento empresarial ni estás seguro de si reúnes las cualidades idóneas para convertirte en una persona emprendedora. Si el anterior es tu caso, sigue leyendo, porque a continuación encontrarás recogidas esas características que suelen definir a los emprendedores, así como las principales ventajas que puede revertir el emprender un negocio. Aunque, antes que nada, es momento de ahondar un poco en el término en sí.
¿Qué significa emprender?
No resulta sencillo definir el término emprender. Se trata de un concepto rico en matices y compuesto de múltiples facetas, a menudo complementarias. No obstante, de manera resumida, puede destacarse que emprender consiste en pasar de las palabras a las acciones. Es decir, el emprendimiento, aplicado al ámbito empresarial, no solo precisa de una idea sobre la que montar un negocio, sino que esta visión ha de materializarse y ser llevada a término. Así pues, para calificar a alguien de emprendedor es necesario que el bien o servicio de consumo en cuestión haya empezado a producirse y ya, o muy pronto al menos, se halle a disposición de los clientes potenciales.
Profundizar en lo que diferencia a una persona emprendedora de un empresario al uso puede ayudar a indicar con más detalle qué es emprender un negocio. Mientras que, por norma general, el empresario vela exclusivamente por la viabilidad de su empresa y limita todas sus decisiones a aquello que dicta la contabilidad y los números a final de mes, la persona emprendedora también se ve obligada a cuidar por la supervivencia y solvencia de su proyecto, por supuesto, pero además se encuentra abierta y es proclive a asumir ciertos riesgos y ejecutar movimientos audaces e innovadores si estos pueden reportar más adelante un significativo crecimiento de los ingresos económicos o de la visibilidad e implantación del negocio.
Sin duda, la creatividad, innovación y tolerancia a la incertidumbre son tres de las cualidades que mejor distinguen lo que ha venido a llamarse el ‘espíritu emprendedor’. Hay muchas más (algunas de ellas son la planificación, el sacrificio, la tenacidad, las dotes comunicativas…) y en el siguiente apartado se muestran y desglosan. ¡No dejes de leer!
¿Qué caracteriza a las personas que emprenden un negocio?
Con frecuencia, emprender es un verbo que suele circunscribirse a la órbita de lo laboral y, siendo esta su área de actuación mayoritaria, no resulta la única. Porque el emprendimiento empresarial lleva más que arrancar un negocio, implica una forma de entender y vivir la vida. Por eso, las personas emprendedoras toman eso que las apasiona y dedican a ello su tiempo, respirando por y para su proyecto las 24 horas del día y de la noche. No hay nada más importante en sus cabezas.
Quien emprende siempre es apasionado, creativo, innovador, visionario y tendente al optimismo, pero también sabe ser flexible, constante, comprometido y resolutivo. Representa un cuidadoso equilibrio que la persona emprendedora debe ir manteniendo, al tiempo que además ha de ser capaz de seguir aprendiendo, liderar e inspirar a su equipo de trabajo, y transmitirles con exactitud aquello que piensa y quiere lograr a corto y largo plazo.
A su vez, el emprendedor necesita estar atento a lo que hace la competencia e ir comprobando los avances que registra su proyecto. De cara a conseguir esto último, establecer un conjunto de metas realistas, progresivas y susceptibles de ser medidas y modificadas resulta un aspecto básico que contribuye enormemente al éxito de una iniciativa de emprendimiento empresarial. Y es que planificar y organizarse bien son claves en el instante de comenzar a emprender un negocio. A este respecto, las nuevas tecnologías constituyen un instrumento perfecto para agilizar la gestión y operativa de los proyectos.
Si no parece corta la lista de características que suelen atesorar las personas emprendedoras, tampoco se queda atrás la trascendencia del cúmulo de beneficios a los que el emprendimiento empresarial puede dar acceso. De este modo, son varios los motivos para emprender un negocio, entre los que destacan lo siguientes:
- Trabajar en lo que te gusta, ilusiona y apasiona.
- Independencia financiera y opciones de progresar profesionalmente, aumentando tu volumen de ingresos.
- Libertad absoluta para gestionar el manejo de tu tiempo.
- Autonomía y control pleno a la hora de fijar el rumbo de tu proyecto o negocio.
- Autorrealización personal al convertir en realidad tus sueños y objetivos vitales, y observar cómo crecen desde cero.
- Posibilidad de producir un impacto positivo en tu entorno más cercano, ayudando, por ejemplo, a colectivos con necesidades sin satisfacer o colaborando en el cuidado del medio ambiente. Cuando creas tu propio negocio, puedes alinearlo y hacer que reme a favor de causas con las que simpatizas y a las que eres afín y especialmente sensible.